jueves, diciembre 15, 2005


FICCIONES...

Johnny y Tommy son dos adolescentes que están tumbados en el césped que hay delante de sus casas. Desde donde están se puede leer una enorme valla publicitaria, estratégicamente colocada para ser leída por las personas que viajan en los vehículos que transitan por la carretera estatal. El texto de la valla es: “Bienvenidos a Kansas. En nuestro estado no encontrará a ningún descendiente del mono. Es un mensaje de la Junta Educativa. Velamos por que nuestros hijos tengan una educación inculta y doctrinaria.”

De todos es sabido que grandes científicos y pensadores en muchas ocasiones han realizado sus descubrimientos por la mera observación de cosas y hechos aparentemente intrascendentes. Arquímedes, por ejemplo, cada vez que se bañaba dejaba el cuarto de baño anegado y siempre acababa discutiendo con su mujer. La pobre mujer acababa agotada de tanto recoger agua. Un día le dijo: “Arquí, cariño, hay que ver cómo me pones el cuarto de baño cada vez que te lavas. Tú serás todo lo pensador que quieras, pero hasta un niño sabe que si llenas la bañera hasta el borde cuando te metes rebosará. ¡Así que no la llenes tanto!” Él observó el charco de agua, la bañera, su cuerpo con problemas de sobrepeso y exclamó: ¡Eureka, lo encontré! La mujer pensó al oír la exclamación que había perdido alguna de las cosas que se suelen perder en los cuartos de baño: la pastilla de jabón, el peine, una lentilla y que, por fin, la había encontrado. Pero no, lo que encontró fue el Principio que lo ha hecho celebre.

De igual manera, Johnny acababa de leer la valla publicitaria, se había sacado un moco de la nariz (con el que hizo una pelotilla) y al observarlo y darle vueltas entre sus dedos pulgar e índice empezaron a fluirle ideas filosóficas y preguntas trascendentales. El diseño de su pelotilla de moco le recordó al Diseño Inteligente que ahora se estudiaba en la escuela para explicar el origen divino del hombre. Le dijo a su amigo Tommy:
“No sé, no sé… No me convence lo del Diseño Inteligente. Encuentro algunos fallos en el Génesis. Algo no me cuadra. Si fuera real lo que dice la Biblia tendríamos que reconocer que descendemos de un asesino y eso no me gusta nada”.
El amigo lo miraba atónito. Sabía que todo lo que le interesaba a Johnny se resumía en una palabra: Playstation. Tommy le dijo a su amigo:
“Pero, ¿qué te pasa tío? ¡Tú flipas! ¿De qué asesino hablas?”
“De Caín”, contestó Johnny. En ese momento la pelotita de moco se le cayó de entre los dedos y se esfumaron todas las ideas profundas que tenía. Quedó como mudo. Ante el silencio de Johnny, Tommy empezó a hablar:
“La semana pasada el padre Sobón fue a mi casa a merendar con mi madre. Ella se retrasó un poco del trabajo y me dijo por teléfono que lo atendiera mientras ella llegaba”.
“¿Te quedaste solo con el padre Sobón?¡Que valor, tío! ¡A ver si te va a gustar que te manosee!”, dijo Johnny, haciéndole una burla.
“¡Eres imbécil!” Le replicó Tommy y continuó:
“Pues… hablamos un rato sobre la Biblia”.
“¡Tú hablando de la Biblia! No me lo creo. Si tú pasas. Sólo quieres saber de Internet. Todo el día te pasas navegando. ¡Tommy el geek!” Johnny se rió muy teatralmente.
“¡Qué capullo eres! Quería reírme un rato de él. Le dije que no entendía con quién pudo tener hijos Caín. Como la única mujer que había era su madre Eva y el Señor condena el incesto… si podría ser que Caín hubiera hecho el amor con una mona y hubieran tenido un bebe mitad hombre mitad mono… qué quizá eso era la evolución que dicen los científicos”.
“¿Le preguntaste al cura que si Caín había follado con una mona?” Interrumpió Johnny. “¡Qué bueno, tío! ¿Y qué te dijo el padre Sobón?”
“Me echo una bronca. Me dijo que eso rea imposible. Me cogió la cabeza y me manoseó los pelos (el mote de Sobón no era gratuito) y me dijo que en qué se parecía este pelo tan sedoso al de un mono, que si no me acordaba de la visita al zoo que hicimos con la parroquia, que me mirara al espejo, que si yo creía que mi madre tenía el culo y sus partes rojas y atomatadas como las monas, que si no me fijé en cómo los monos macho se toqueteaban sus partes y tenían unos penes feísimos y muy diferentes a los de los humanos. ¿O acaso tu pene es igual que el de un mono?” Me dijo.
“¡Guau, esto se pone caliente! ¿Y te hizo sacarte la polla? ¿Qué pasó, tío?”, dijo Johnny.
“Nada, en ese momento llego mi madre”, contestó Tommy.
“Oye, Tommy, ¿tú te follarías a una mona? Bueno, a lo mejor tú prefieres follarte a un mono peludo. ¡Ja, ja, ja!”
“Pues a lo mejor te follo a ti, que presumes de tener mucho pelo”, contestó Tommy.
“ Tommy, tío, de tanto hablar de follar me he empalmado. ¿Nos hacemos unas pajas?”
En ese momento se asomó al porche de la casa una mujer que gritó: “¡Johnny, Johnny! ¡A cenar! ¡Vamos, que papá espera para bendecir la mesa!

En las calles de la ciudad de Nueva York se ven extraordinarios graffitis y murales. En éste de la calle Lafayette, con el que ilustro este post, se copia la Creación del Hombre, fresco que decora la capilla Sixtina. Al autor de este mural neoyorquino parece que se le fue la mano con la pintura negra y ennegreció a todos los protagonistas de la escena. En el cielo también hay angelitos negros, como cantara Antonio Machín al son de sus maracas. Pero quizá fue a Miguel Ángel a quien se le fue la mano con la pintura blanca. La tradición judeo-cristiana sitúa el jardín del Edén al sur de Irak, entre los ríos Tigris y Eufrates. En esa región los hombres son bastante más oscuros y peludos que el que pintara Miguel Ángel, así que el grafitero neoyorquino se acerca más a lo que hubiera sido Adán de haber existido.

Siempre que veo esta pintura, donde el dedo divino señala al hombre recién creado, me acuerdo del poema satírico del escrito Manuel Barrios:

"Ya acabada la Sixtina, de Miguel Ángel se cuenta que, al ir a cobrar la renta en la Caja papalina, preguntó al Papa, entre airado, orgulloso y engreído:
— De mi genio trascendido el Hombre que yo he pintado,
¿de qué será criticado?
Y dijo el Papa atrevido:
— De... demasiado agachado, pichicorto y aburrido."

¡Qué verdad tan grande, bueno en este caso tan pequeña, dice el poema! Mira que el cuerpo del hombre pintado por Miguel Ángel es majestuoso, pero qué picha más corta le puso. Unos centímetros de más hubieran perfeccionado la obra. ¡Tanta dinamita para tan poca mecha!

1 comentario:

Imoq dijo...

Realmente disfruté del relato.

Vale la pena leer el resto del blog.

Saludos :)