miércoles, enero 18, 2006



UNIFORMES

Gays que se ponen uniformes militares o policiales hay muchos. Cuidan al mínimo los detalles. En alguna ocasión he visto a alguno tan perfectamente vestido de policía motorizado de los Estados Unidos que, de no haberlos visto en determinado lugar o a ciertas horas, podría estar en duda de si era o no policía de verdad. Hubo un tipo que, por la forma de mirarme, parecía que iba a pedirme la documentación de un momento a otro. Al final lo que hizo fue hacerme la prueba del alcohol, pero en lugar de hacerme soplar, aspiró. La primera vez que visité Colonia, Alemania, en 1995, me llamó la atención la cantidad de gente que había uniformada en la zona gay. Aquello parecía el Día de las Fuerzas Armadas y que después del desfile la tropa había decido ir a tomar unas cervezas al barrio gay. Y no sólo la tropa. Por la edad, había más de un general. De algunos cinturones colgaban porras, cartucheras y hasta granadas de plástico. Sin llegar a esos extremos en el atrezzo, a otros nos gusta llevar algún detallito. Yo, por ejemplo, suelo ponerme al cuello una placa de identificación militar. Mi placa es real, no la he comprado en ninguna tienda de parafernalia militar o de complementos para modernos. Se la dieron a mi pareja cuando, estando en edad de movilización, residió en un país del norte de Europa. Su nombre y algunos datos aparecen grabados en la placa y también he hecho que graben el mío. Tengo un pantalón de camuflaje y mi última adquisición ha sido una camisa caqui, comprada en Sydney, con galones y el nombre del soldado a quien perteneció. El nombre se lo he quitado y la graduación me parece baja (a mi edad no se puede ser sólo sargento, a no ser que se sea chusquero), así que acabaré quitando los galones. Sólo me he “militarizado” para un par de fiestas.

Novelas, cine y series de televisión han hecho que la policía de Nueva York sea conocida en el mundo entero. Los uniformes de los hombres de azul los hemos visto tantas veces que el anagrama del NYPD debe de ser uno de los más famosos del mundo. Si pensamos en NYC posiblemente primero aparecerá en nuestra mente el logotipo de la ciudad, el genial diseño gráfico realizado por Milton Glaser en 1973 “I LOVE NY” (en el que un corazón rojo sustituye la palabra “Love”), quizá imaginemos a taxis amarillos por la Quinta Avenida y, más pronto que tarde, veremos patrullar por las calles, porra en mano, a los hombres de azul. A los turistas les gusta fotografiarse con ellos. La policía de Nueva York vende. Y vende una barbaridad. Es impresionante el éxito que tiene el “merchandising” del NYPD: camisetas, gorras, tazas de café, bolígrafos, etc.

Para comprar camisetas los mejores clientes deben de ser los gays. No hay gay que se precie que no se traiga de NYC una camiseta ajustadita del NYPD, ya sea para lucir músculos o michelines. Nunca sé si estos souvenir “ponibles” que traemos de fuera los compramos porque nos gustan o para dejar patente que hemos estado allí, que estamos viajados. ¿Qué razón hay para que sean las camisetas con el anagrama y escudo del NYPD las que más se vean en el ambiente? ¿No podría ser otro cuerpo policial? Imaginemos. Con la enorme cantidad de turistas que visitan España, más de 60 millones el año pasado y muchos de ellos gays, quizá la dirección de la Guardia Civil podría poner a la venta (no sé si ya se hace) camisetas y tricornios en tiendas de souvenir . Aprovechando la enorme publicidad que ha supuesto que el Papa Benedicto XVI se haya puesto un tricornio (a S.S. parece que también le encanta un uniforme, ya que en su corto papado además del tricornio, la mitra y el solideo, le hemos visto encasquetarse un casco de bombero, un “colbacco”-sombrero con plumas de los carabineros y del ejercito italiano-, y un gorro de Papa Noel) y haciendo una buena campaña de “merchandaise” al estilo del que hace el Real Madrid con sus camisetas, es posible que en poco tiempo se pusieran de moda en Europa las de la Benemérita. Los turistas volverían a sus países cargados con camisetas para lucirlas en los locales, especialmente en aquellos que se exige “dress code”. Los Eagle, Cox, RoB (por nombrar sólo algunos) llenos de tipos luciendo camisetas del cuerpo fundado por el Duque de Ahumada. ¿Lo podéis imaginar?

Ya sé que el tirón mediático a nivel mundial de los hombres de azul de Nueva York es superior al de los hombres de verde. Los policías de las calles de Nueva York son más “de película”, aunque a los nuestros también los hemos sacado en el cine (véase “El Lute”). Eso sí, los actores que hacían de guardias en la película de Vicente Aranda andaban más escasitos de músculos (no estaban de moda los gym) que los “súper policías” de pego que veo aquí en el ambiente con las camisetas del NYPD. Estos tienen una apariencia física envidiable, verdaderas montañas de músculos y clembuterol, y algunos tan metidos en el papel, que parecen estar actuando en un film de Hollywood y creyéndose un poquito Rambo. Lástima que a mí me guste más el cine de Woody Allen.

martes, enero 10, 2006


TATUAJES Continuación

Nuestra especie se viene tatuando desde hace miles de años. Se encontró hace unos años en un glaciar entre Austria e Italia a un cazador neolítico congelado. En el cuerpo congelado se pudo apreciar, debido a su buena conservación, que llevaba tatuajes. Se estimó que vivió hace más de 5000 años. Antes de ese descubrimiento, los tatuajes más antiguos que se tenían documentados eran los de la momia egipcia Amunet, que vivió unos 2000 años antes de Cristo. Parece que era muy común el tatuaje en el Egipto de los faraones. Solían tatuarse a sus divinidades.

Después del cautiverio en Egipto, la Ley Mosaica prohibió el tatuaje para los hebreos. Se lee en la Biblia: “No se harán incisiones en la carne… tampoco tatuajes sobre la piel" (Levítico 19:28). Según la interpretación talmúdica, los tatuajes son inaceptables “para el pueblo elegido” porque ellos son derivados de las costumbres paganas. Esa prohibición continuó hasta los cristianos. Cuando Constantino hace de la religión cristiana la oficial del Imperio Romano, decreta la prohibición del tatuar a los esclavos, práctica que era común para marcarlos, cosa que también hacían los griegos con los delincuentes.

En el mundo occidental cristiano se mantuvo esa prohibición y eran mal vistos los tatuajes por las diferentes iglesias cristianas, aunque parece que algunos cruzados antes de iniciar el viaje a Tierra Santa se tatuaban cruces. Hasta hoy en día se sigue polemizando en las iglesias cristianas sobre el tema de los tatuajes. Hay personas de convicciones religiosas que aprueban el tatuaje, hay incluso una asociación de tatuadores religiosos. Otros demonizan la práctica del tatuaje. Leo en una web cristiana: “Los tatuajes que presentan una mayor preocupación pastoral son los que representan afiliación a pandillas, a falsas espiritualidades como la Nueva Era, al ocultismo, etc. Estos tatuajes suelen incluir formas grotescas o signos agresivos o irreverentes. Ningún cristiano debe utilizar este tipo de tatuaje ni permitirlo a sus hijos.” La página es obra de Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María (corazones traspasados… ¿es eso piercing?).

Mientras en la zona del mundo con influencia de la religión cristiana y de la cultura occidental el tatuaje casi desapareció, en la otra parte del mundo floreció. En Japón, China y en las islas polinesias alcanzó un gran virtuosismo, muy especialmente entre los maoríes. Los marineros que viajaban con el explorador inglés James Cook (el mismo que declaró británica, tras su desembarco, a Australia) en sus viajes por los Mares del Sur en el Siglo XVIII descubrieron el tatuaje y aprendieron la técnica que utilizaban los maoríes. Entre los marinos ingleses empezó a popularizarse el tatuaje y de puerto en puerto la práctica de hacerse tatuajes entre los hombres de la mar se fue extendiendo. Durante muchos años el tatuaje se identificó con marinos y con los ambientes más aventureros, exóticos o sórdidos de las ciudades portuarias. La canción Tatuaje, que ya comentaba en la primera parte de este post, habla de marineros extranjeros, tabernas portuarias, de aguardiente, de amores imposibles y se intuye que la mujer protagonista de la canción ejercía la prostitución.

En los años sesenta empezaron a verse en España tatuajes. En aquella época tan sólo algunos marineros, los legionarios o gente marginal estaban tatuados. Con el “boom” turístico español de los años setenta, en las playas españolas se empezaron a ver a muchos “guiris” con sus brazos tatuados. A partir del final de los ochenta mucha gente de ambiente gay empezó a tatuarse en España. En los últimos años el tatuarse se ha convertido en moda. Los diseños y motivos han ido variando en estos años de proliferación del tatuaje, desde unos pequeños y discretos hasta los que ocupan gran parte del cuerpo.

El tatuaje, al convertirse en moda y llegar a todas las esferas sociales, ha perdido gran parte de su connotación de marginalidad o rebeldía (multimillonarios ídolos del deporte o de la música exhiben sus tatuajes y los convierten en moda popular entre sus seguidores o imitadores, quizá algunos creyendo que pueden dar la misma imagen de éxito, de riqueza o estilo que sus ídolos). Aunque hay tatuajes y tatuajes. Hay muchos con carácter provocativo. Entre grupos pandilleros pueden llevar implícito mensajes violentos, pero en líneas generales llevar hoy un tatuaje simplemente es moda. Muchos de los tatuajes no llevan tras de sí una historia, simplemente se va al tatuador, se escoge un diseño y listo. Quitar un tatuaje es más difícil, caro y doloroso que hacérselo. La gran mayoría de las veces, la decisión de quitarse un tatuaje está relacionada con el desamor. El nombre de tu chico o chica, que te tatuaste por amor, después de la ruptura puede ser aborrecible. También se suelen quitar algunos de carácter ideológico si se ha evolucionado hasta otras posiciones políticas o religiosas.

En las playas, saunas y discotecas de Sydney se ve mucha gente tatuada y, por la calidad que se aprecia, debe de haber muy buenos tatuadores. Es muy elevado el porcentaje de hombres entre 20 y 40 años que están tatuados, muy especialmente entre los gays. En la fiesta gay Sleaze, que servía para recaudar fondos para el Mardi Gras 2006 y a la que asistimos unas 7000 personas, era difícil ver un cuerpo sin tatuajes. Está tan popularizado aquí el tatuaje que creo que puede ser señal de individualismo o insumisión al “establishment” gay no tenerlo. Esa “desmarginalización” del tatuaje hace que personas de toda clase, estilo y cultura estén tatuados. Puedes encontrarte a chicos muy “light”, que practican un sexo muy “vanilla” y que son incapaces de matar a una mosca llevar unos tatuajes durísimos. ¡Hasta los curas los llevan!

En febrero de 2005 estuve en Roma. En la sauna Mediterráneo conocí a un tipo con quien pasé un buen rato. Llevaba un tatuaje en uno de sus glúteos. Me dijo que era italiano pero que no vivía en Roma, estaba sólo unos días por cuestiones de trabajo. Mi sorpresa fue cruzarme con él, al día siguiente, en la Piazza Navona y ver que era sacerdote. Llevaba alzacuellos e iba acompañado por otros religiosos. De haber ido solo, lo hubiera saludado. No sé si me hubiera conocido… en ciertas situaciones la amnesia es muy socorrida. Sentí curiosidad por saber si se había tatuado antes o después de ordenarse.

Si en líneas generales las apariencias engañan, los tatuajes nos pueden llevar a engaño si los tratamos de relacionar con la personalidad. Aunque, supongo, algo tendrá que ver lo que nos tatuamos con lo que somos, ¿ o no?. A mí me suelen gustar los tatuajes, hay algunos de una belleza plástica innegable. Estoy pensando hacerme uno aquí. De hacerlo ya sé el diseño. Si lo hago ya lo contaré.

Flash Ficción:
Las autoridades sanitarias están alarmadas. Los centros de terapia láser abarrotados. Dermatólogos y departamentos de quemados de los hospitales colapsados. Todo empezó cuando una revista de moda declaró que los tatuajes se encontraban "OUT”.