CHANCLAS, PIES DESCALZOS, CAMINOS
Una de las cosas que más me sorprendieron cuando empecé a recorrerme la ciudad de Sydney y observar a sus gentes fue ver a una gran cantidad de personas que usaban chanclas. Este calzado que en España sólo suele usarse para la playa, piscina, para estar en casa y en las saunas, aquí lo usan para andar por las calles, para ir a las tiendas y también cuando van de copas a los bares de ambiente. Para mí es un calzado incomodo y nada apto para la ciudad, pero aquí su uso está muy generalizado, salvo en las saunas que no te ofrecen nada para calzarte. Cosa nada recomendable, no están los tiempos para ir descalzo pisando fluidos de otros, ya tendré tiempo de escribir sobre las saunas.
Cuando digo que las chanclas aquí se usan mucho no me refiero en las zonas cercanas a la playa o en parques, no, me refiero para andar sobre el asfalto, por las aceras. Pero lo más sorprendente es que también se ve mucha gente descalza, con los zapatos en las manos o metidos en la mochila. No estoy hablando de churumbeles en una urbanización de chavolas, no, hablo de gente que va o viene de sus trabajos o pasean por el centro de la ciudad. Empecé a verlo en invierno cuando llegué, ahora en primavera aún es más generalizado.
En la City no se ven muchos perros, así que no existe mucho peligro de pisar una caca de can (suena bonito “cacadecán”), pero sí algún otro fluido que mana de alguna nariz o boca. Esta es otra de las cosas que me resultó sorprendente, que en un país moderno y civilizado se arrojara a la acera estos desechos con tanta alegría y desparpajo, muy especialmente por la comunidad oriental, chinos principalmente, aunque también por los anglosajones mayores o de mediana edad. No exagero, tanto es así, que he leído en la entrada de algún centro comercial o supermercado el letrerito de “prohibido escupir”, igual a los que se ponían en las tabernas españolas junto al de “se prohíbe cantar”.
Estos comportamientos no me los esperaba en un país desarrollado. Más me recordaban a Marruecos, donde en más de una ocasión, mientras comía en algún humilde restaurante de la medina de alguna ciudad, he tenido que soportar la higiene bucal y los gargarismos de alguno de nuestros vecinos del sur en el lavabo que suele haber en el mismo comedor y a un metro de mi sopa de habas. Así que no es nada raro oír y hasta ver una sinfonía expectoral mientras meas en algún servicio público. De verdad que no tenía ninguna intención de que esta entrada fuera así, pero así ha salido, no tengo ninguna parafilia relacionada con los desechos o fluidos orgánicos.
Estas chanclas, que tanto se usan aquí, han servido de inspiración para que un grupo de artistas, capitaneados por Philippa Playford, artista de Sydney, haya realizado una instalación interactiva con participación del público. Se trataba de que las personas que se acercaban a la instalación pintaran o escribieran en las propias chanclas sus reflexiones sobre los viajes, las migraciones y las exploraciones. Estas chanclas eran unidas unas tras otras y depositadas en la explanada que hay delante de la Customs House en Circular Quay, Sydney. Cientos de personas dejaron sus impresiones sobre sus propios viajes y sus historias. Había algunas que añoraban su tierra y otras que contaban lo bien que se lo estaban pasando y, ya que la jodienda no tiene enmienda, alguno escribió lo buenas que están las tías de determinado lugar. Gente de muchas partes del mundo, que se acercaron a la instalación, se prestaron a colaborar con este proyecto artístico, unos con más habilidad creativa que otros. A mí me ofrecieron que pintara una y lo hice. Relacioné viajes con caminos y me acordé del poema de Antonio Machado “Caminate no hay camino…”. Como lo escribí de memoria olvide un verso. El resultado de la instalación me resultó bastante interesante, algunas de las chanclas quedaron bastante artísticas, no la mía precisamente.
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