viernes, agosto 25, 2006



VERANO Y SIESTA

Relaciono siempre siesta con verano, aunque en invierno y entre mantas también me gusta echarme alguna, magnífica terapia para los días grises y aburridos. Pero la siesta en verano es imprescindible para mí. Nada más acabar de comer y casi como un zombi me arrastro al dormitorio, sobre todo si, como sucede en los días calurosos, llevo una buena dosis de cervezas en el cuerpo. A veces las obligaciones me hacen reducir la siesta a un breve relax en cualquier sillón o sofá. El despertar de la siesta es también para mí el mejor momento para "hacer el amor", es decir, follar. Recuerdo mis siestas de cuando era un chaval en la casa de mi abuela, en plena campiña sevillana. El calor, la edad y las hormonas revueltas hacían que antes de dejarse caer en el sueño acabara uno con la mano y los calzoncillos pringados. Como fondo musical durante el acto de Onán el cantar de las cigarras o chicharras como se les llama por esas tierras. Y aún sin soltármela, como pajarillo atrapado en la mano, caer en el sopor y no poder evitar cerrar los párpados. ¡ Me entrego a ti, sueño!

Hemos internacionalizado la palabra siesta. Cuando he hablado con extranjeros una de las palabras en español que conocen es siesta, junto a paella, sangría, tapita o chorizo. Vocabulario muy turístico.

No voy a contar aquí las virtudes que le achacan a la siesta, no creo que haga falta hacer apología de esta maravillosa práctica, que es defendida por médicos e incluso, dicen, ayuda a aumentar la productividad en aquellos centros de trabajo dónde el personal come y se les permite un breve relax. Sólo diré que yo, aunque parezca contradictorio, duermo mejor por la noche cuando me he pegado una buena siesta.

Evidentemente no es sólo en España donde se echan siestas. Traigo aquí una foto que hice en Australia. El señor que sestea aprovecha un rato de tranquilidad en su kiosco, situado junto a la estación central de Melbourne. Supongo que acababa de comer, seguramente su menú sería algún plato de "noodles" comprado para "take away" en alguno de los establecimientos de comida china cercanos y aunque no haya habido en su almuerzo gazpacho, paella o sardinas asadas ( menú tan nuestro en verano), y tampoco lo haya regado con cerveza o tinto de verano, no ha podido evitar, igual que nos pasa a nosotros, sucumbir a la llamada de Morfeo. Parece que el dios del sueño es el único que trabaja en verano a medio día. Podrán observar que el buen quiosquero aunque venda la revista Bazaar no se deja influenciar por el "glamour" a la hora de vestir. ¡Hace bien!

Foto:©Paco Molina/ Melbourne (Australia) 2006. http://www.photorecursos.com
Texto: Paco Molina/ Verano 2006. Costa de Almería ( España)