lunes, febrero 13, 2006


¡VAYA CON VALENTÍN!

El todopoderoso Dios del consumismo ha declarado que el 14 de febrero, Día de los Enamorados, sea un día para gastar. Para ese día el mensaje no es “dale un beso”, ya que eso es gratis. El mensaje repetido hasta la saciedad es ¡cómprale! No se libra ningún país o cultura. La globalización, que no sirve para llevar alimentos o medicinas a los países más pobres del planeta, sí sirve para llevar estos mensajes a todo el que pueda gastar algún dinero. Ni las más duras soflamas lanzadas por los ultra ortodoxos de diferentes signos y culturas, que han declarado este día “no apto” para celebrar, ya que es contrario a su religión, cultura o tradición, han servido para evitar que los tortolitos, unas veces sinceramente y otras presionados por el entorno, se regalen algo en ese día. Para los mas pobres será un pequeño detallito, un dulce o cualquier menudencia comprada en una tienda de artículos “Made in China”, artículo que, probablemente, cueste menos dinero hacer que el papel en que se envuelve o la caja roja que lo contiene. Los pudientes tirarán de la visa y sorprenderán a su pareja (a la oficial y, en muchos casos, también a “la otra”) con un artículo de lujo. Dependiendo del cariño, o quizá para apaciguar las tormentas que haya en la relación, así será el regalo. Dicen que no hay nada mejor como regalar diamantes para tranquilizar conciencias, aliviar el dolor de cuernos, o para suplir el abandono en el que se encuentra la pareja debido al exceso de trabajo. Eso parecen decir en sus anuncios los vendedores de diamantes, aunque probablemente el escuchar a la pareja, dedicarle más tiempo o un beso inesperado y sincero sirva más que el brillo de la preciada piedra. ¿Oh quizás no?

¿Quién era ese Valentín? ¿Qué meritos tenía para que la Iglesia lo elevara a los altares?
En casi todos los casos, la vida de los Santos de la primera época del cristianismo es una mezcla de leyendas antiguas, mitos y adaptaciones del antiguo régimen pagano romano al nuevo régimen instaurado por Constantino. Hechos más o menos reales de la época, como persecución, tortura y asesinato de los seguidores de la nueva religión, se aderezaban con algo de mística o hechos sobrenaturales. Así se fabricaban los Santos y mártires. Artistas plásticos de diferentes épocas han pintado a los Santos como seres lánguidos, con los ojos perdidos o mirándose el halo, físicos andróginos y unas posturas que parecen estar flotando en una nube de plumas. También parece que todos los Santos eran aficionados a la colombofilia, no hay ninguno que no se haya pintado con un palomo. Creo que la imagen que han pintado de estos hombre no puede corresponder a la verdad, ya que tenían que haber sido muy fuertes para aguantar las perrerías que les hacían. El catálogo de atrocidades es enorme: latigazos, cadenazos, heridas con cualquier cosa que pueda clavarse, despellejamientos, quemaduras y otras mil formas y maneras hasta acabar con ellos. Para matarlos tenían un buen abanico de métodos, desde ser comidos por fieras, empalados, crucificados o decapitados. Estos primeros cristianos, cuando pasaron de ser perseguidos a perseguidores por hacerse el cristianismo la religión oficial del Imperio, aplicaron con el mismo cariño esas prácticas a los que no aceptaban de buena fe la religión o se desviaban de los principios impuestos por el jefe de la nueva Iglesia. El martirologio y las actas de las prácticas inquisitoriales deben ser el libro de cabecera de cualquier sádico asesino que se precie.

De Valentín no se sabe mucho. Parece que vivió en el Siglo III, era sacerdote cristiano y hay varias historias de por qué fue detenido, torturado y después decapitado. Una cuenta que se opuso a la ley que decretó el Emperador Romano Claudio II referente a prohibir el matrimonio a los hombres jóvenes (los jóvenes en aquella época, dada la esperanza de vida, debían ser niños). El Emperador pensaba que los hombres solteros eran mejores soldados (sin comentarios). Un sacerdote llamado Valentín desobedeció la orden del emperador y secretamente casaba a las parejas jóvenes por el rito cristiano. Otra historia dice que Valentín era un cristiano que hizo amistad con muchos niños (también sin comentarios) y los romanos lo apresaron porque rehusó adorar a sus dioses. Los niños extrañaban a Valentín y le tiraban pequeñas notas a través de las rejas de su ventana. Algunos dicen que éste es el motivo por el que tradicionalmente se envían mensajes postales de felicitación. Otra versión cuenta que Valentín obró el milagro de devolverle la vista a una ciega, hija de su carcelero. Ésta es la que me parece que tiene más morbo. Si leemos la vida de los santos de la primera época del cristianismo y su martirologio veremos que es muy recurrente que estos hombre sintieran aprecio y deseo de hacer el bien a sus captores y torturadores. Algo así como lo que después se ha dado en llamar Síndrome de Estocolmo. Pues el bueno de Valentín sintió un profundo aprecio por el jefe de sus carceleros llamado Asterius. Cuando fue llevado ante él, éste se mofó de la religión cristiana y retó a Valentín a que si su Dios era tan poderoso y misericordioso devolviera la vista a su hija ciega de nacimiento. Y San Valentín lo hizo. Lo bueno que hay que ser para querer hacer el bien a quien te está torturando. ¡Un Santo! Si Asterius era como los jefes de romanos que sacaban en las peplum, o en películas más modernas como Gladiator, con esas falditas cortas con sus tiras de piel alrededor de la cintura, con unas patorras como columnas, algo así como “mayorettes letheronas” y marcando paquete, me imagino al pobre de Valentín diciéndole “yo te hago un milagrito o dos”. A pesar de realizar el milagro, fue decapitado.

Se dice que Valentín fue ejecutado un 14 de febrero y por ese motivo el Papa Gelasio I dedicó ese día a San Valentín. Pero esa fecha esconde algo más terrenal, más relacionado con el sexo, la sangre y el esperma. Los antiguos romanos celebraban el festival de Lupercalia a mediados de febrero. Eran unos ritos para pedir protección contra los lobos. En esa festividad pagana los hombres jóvenes golpeaban a la gente, especialmente a las mujeres, con tiras ensangrentadas de piel de animales porque pensaban que los latigazos las hacía más fértiles. Después de la sesión sado-masoquista se ponían a follar como posesos. Así que muchos historiadores relacionan esa fecha, día de San Valentín, con el festival de Lupercalia y la fertilidad. Parece que ésta es una más de las adaptaciones que hicieron los romanos, tras hacerse cristianos, para adecuar sus festividades paganas a las cristianas y a los decretos religiosos del Obispo de Roma, Jefe de la nueva religión.

Mis mejores deseos para el día de San Valentín y, sí tienes algo que celebrar, no seas rácano con tu pareja y tira de la cartera. Los bancos, las multinacionales, el comercio y las tarjetas de crédito te estarán muy agradecidos por dejarte exprimir.

3 comentarios:

Pequeñin dijo...

Este no es el día de los Enamorados...Es el día del ¡¡¡Consumismo!!!

JAJAJA

Saludos

hugo dijo...

pos bien consumistamente me fui a comprar unos tenis dkny, a mitad de precio, claro, al menos! y a mi amigo le di la caja, esta bien bonita, con las letras plateadas en la caja amarillo limon. soy bien generoso!

*Raul* dijo...

bonito blog