lunes, octubre 08, 2007


BARBERO


Este no es de Sevilla, como el de la opera bufa, este es de Roma o tiene su barbería en Roma. Ya parecen que no quedan barberos, al menos ya no se ven letreros que ponga barbería, y los que se ven llevan años colgados en la entrada del establecimiento, algunos de ellos bellísimos de esmalte. Las cosas evolucionan y la utilización de las palabras también. Parece que ya nadie quiere ser llamado barbero en las grandes ciudades. Me contaba mi madre que hace bastante tiempo, tendría yo unos siete años, y recién llegados a una nueva vivienda, ella tuvo una conversación con una vecina del bloque de enfrente. Mi madre le preguntó, más bien por afirmarse en lo que ya sabía, ¿Su marido es barbero, verdad? Y la vecina parece que se ofendió y le contesto: ¡No, señora. Mi marido es peluquero! Esto pasó hace muchos años. El negocio de nuestro vecino era del tamaño de un cuarto de baño, dónde poco más cabía que el sillón y dos sillas para los parroquianos que esperaban su turno. Ni pensar quiero como habrá que llamar a estos nuevos locales de peluquería de diseño, y hablo de las de caballeros, porque en esto parece que no se ha evolucionado, barberos no quedan, pero caballeros sí y deben de ser pocos, porque cuando son nombrados salen en la prensa. Los misterios del lenguaje. Para mi cabeza yo ya no necesito ningún estilista, me quedan pocos pelos y los pocos pelos me los auto-rasuro con una máquina que también me sirve para arreglarme la barba. En mi memoria tengo grabado los “barberos”, con perdón, que he tenido, a los que les fui fiel. Durante años fueron algunos de ellos los que rompieron la fidelidad conmigo. Yo era adolescente y ellos ya adultos. Con el transcurso de los años algunos cerraban el negocio por dejar de serlo, hubo un tiempo que el pelo largo fue moda, o se jubilaban y en algún caso, por muerte del maestro barbero. En esta última causa es perfectamente comprensible su infidelidad hacia mí, fuerza mayor. Y, ¿cómo no ser fiel con quien te ponía en la yugular una navaja? Las de ahora son diferentes, ahora usan media cuchilla para un único uso. Antes preocupaba menos afeitar con la misma navaja a más de una persona y nos decían, como chiste, que cuando la afilaban o templaban con esa tira de cuero que iba tensada sobre una madera, igual que los carniceros usan la chaira para afilar sus cuchillos, lo hacían para aplastar a los microbios. A mí esas navajas siempre me han causado un gran respeto, vamos que me acojonaban, más aún desde que vi, siendo muy joven, la escena de la navaja y el ojo en la película surrealista de Luís Buñuel “El perro andaluz”. Cuando yo me sentaba en el sillón del barbero, y él perfilaba mis patillas o me recortaba la barba por la zona del cuello con esas navajas, yo sentía lo mismo que sigo sintiendo cada vez que viajo en avión, mi vida está en manos del piloto igual que entonces estaba en manos del barbero, con perdón. Me alegro de que este “estilista” de Roma siga conservando, además en piedra, la palabra barbero.
Paco Molina 8 octubre ´07. Foto ©Paco Molina/2005 http://www.photorecursos.com/

4 comentarios:

Felipe dijo...

el slogan lo modifique de "un hombre en cuerpo de mujer" que es la frase de una telenovela que se esta dando en chile, sobre un hombre que de un dia para otro, amanece siendo mujer.

me parecio gracioso y lo coloque...


saludos

Bearsouth dijo...

gracioso texto. Interesante

Francisco Joaquín Marro dijo...

...se le extraña, señor...

Dongrinno dijo...

Mmmmmm

Me gustó cuando recordaste a Mamá...
Que lindo.

Invitado a conocer Chile ?? Lo conoces!!

saludos.